viernes, 16 de noviembre de 2012

!Déjame morir! (Minific) 1.

Resumen:El puente Golden Gate, situado en San Francisco, es una de las maravillas arquitectónicas mas grandes del mundo, miles de turistas lo visitan diariamente, sacando fotos y contemplando el hermoso paisaje que ofrecen sus setenta metros de altura.

Sin embargo el puente tiene otra cara y otro nombre: "El puente de los suicidas” pues desde que fue construido en 1937 hasta el día de hoy se han registrado mas de mil doscientos suicidios de personas que querían terminar sus vidas precipitándose al mar.

Pero no todas las personas que acuden al puente para suicidarse, acaban muriendo, hay muchos casos en los que la persona decide darse una nueva oportunidad para vivir.

Este es el caso de Tom y Bill, cuyas vidas fueron unidas por el puente de los suicidas: El Golden Gate.

(Basado en una historia de la vida real)

Autora: Amudiel F. A.
Categoría: NC +16
Advertencias: Slash, violencia, lenguaje explícito, no-consentido.
Género: Tragedia, drama, acción, suspenso, romance.
Pareja Principal: Bill - Tom.
Disclaimer: No me pertenecen los personajes, solamente la trama.

Notas previas: Hola, estoy re-subiendo este minific de tres capítulos, bastante larguitos, esta editado, no cambia en nada la historia pero no es la misma que la original, espero que les guste !Y no olviden dejar sus comentarios! !Son mi alimento y muero de hambre!


La tarde de ese veinticuatro de Abril estaba nublada y gris, exactamente del mismo humor que traía cargado Tom Trümper, nublado y completamente gris, ese no había sido un buen mes, de hecho Tom creía que había sido el peor mes de su vida, la banda con la que solía tocar guitarra, prescindió de sus servicios, el guitarrista que ahora tocaba con su ex banda era pura mierda.

Pero también era hijo del representante de la banda, claro, tocase bien o mal siempre podría pasar por encima de los demás solo por ser hijo de alguien importante, y otra de las razones por las cuales estaba molesto eran sus padres.

Tom conducía su Audi negro tranquilamente por las calles de San Francisco, la suave brisa provocaba pequeñas colisiones de hojas secas contra el parabrisas, quizás en una situación normal habría considerado esta situación incluso relajante, el clima tranquilo siempre se ponía así antes de llover, la calma antes de la tormenta, el viento situado en una aclimatación de frío y calor, las nubes grises, Tom siempre fue un amante de la lluvia, y de los rayos, lo que para otras personas representaba un paisaje triste y vacío, para él era una belleza diferente, pero no por eso menos hermoso que cualquier otro paisaje.

 La carretera estaba igual que siempre, con sus detalles y desperfectos habituales, los conocía ligeramente, fue rodeando poco a poco esa verde colina que precedía al puente Golden Gate, Tom rogaba que el trafico no fuese demasiado a esa hora, ya de por si iba tarde, una semana antes su madre lo había invitado al aniversario número cuatro que celebraría con su esposo Gordon, Tom realmente no quería asistir, pues nunca congenio con su padrastro, y el hecho de que su madre eligiera a ese hombre antes que a su propio hijo le supo a traición, un dolor enorme que tuvo que afrontar con apenas quince años.

Cinco años después aun debía lidiar con ese dolor, pues su madre seguía tratándole como si nada hubiera pasado entre ellos, y eso a Tom le molestaba, pero no decía nada y actuaba con total normalidad, como si nunca hubiera escapado de casa hace cinco años, la hipocresía que se respiraba en su antigua casa lo envenenaba y por eso evitaba a toda costa cruzar el Golden Gate, su vida estaba a ese lado de la ciudad, tenía todo lo que necesitaba, estudios, un trabajo, amigos, un departamento mediano y libertad, por eso es que Tom estaba de un muy mal animo ese día.

Tendría que soportar a su madre y a su esposo durante la tarde y parte de la noche, simplemente podría haberse negado o inventado alguna excusa para no ir, pero su madre siempre lograba sacarle de quicio, le amenazo con irrumpir en su departamento si es que no asistía, y como Tom prefería que su madre jamás apareciera por ahí, no le quedaba otra opción que ir.

Estudiaba química avanzada en la universidad, para en un futuro ser profesor en escuelas secundarias o incluso en universidades, la química para Tom era una manera de escapar a los problemas que cada día le aquejaban, para él, la química era como magia, combinar cada sustancia y concretar cada experimento, le concedían una sensación de bien estar y tranquilidad, por que podía crear algo por su propia cuenta, se sentía útil, Tom solía pensar, que era mucho más fácil entender la química que a las demás personas, todos eran tan complicados, pero sus ecuaciones y formulas químicas eran fáciles de comprender, y ellas también lo comprendían a él, le bastaba con el sueldo de su trabajo para sobrevivir tranquilamente aun sin tener el apoyo de sus padres, pues en la universidad estaba becado por sus increíbles notas.

Las personas que lo conocían lo tachaban de antisocial, no era muy de hablar con las gente, o de salir a las fiestas, no era bueno escuchando ni tampoco hablando, prefería encerrarse en su propio mundo con sus átomos y catalizadores, sin embargo hablaban con el ligeramente, lo usual, lo que uno hablaría con un conocido lejano, un “¿Qué tal tu día?” por saludo con un “bien” por respuesta y ahí acabo el asunto, Tom sabia que hablaban con él, o al menos trataba de hacerlo, pero solo porque era el mejor en la facultad y era claro que necesitaban su ayuda, Tom no tenia problema en salvar sus culos de vez en cuando.

Claro, cuando no tenía nada mejor que hacer.

La carretera se unió repentinamente al famoso puente, que se irguió monumentalmente frente a Tom, realmente entendía por qué se lo tenía en tan alta estima, era muy hermoso, y sobre todo a esa hora y con ese clima, las nubes se arremolinaban al frente, grises y amenazadoras, el tráfico era algo concurrido, así que los coches avanzaban lentamente, permitiéndole admirar cada matiz de color, cada detalle frente a sus ojos, la gente tomaba fotos entusiasmada a los costados,  su carril, que era el derecho, tenía mucha más gente en la vía peatonal, el lado izquierdo estaba más vacío.

Realmente era un paisaje digno de admirar, un rayo se pudo observar al final detrás de las nubes, el pulso de Tom se acelero un punto, era realmente hermoso, sintió ganas de detenerse, esperar la lluvia mientras fumaba un cigarrillo, era agradable despejarse bajo las gotas de H2O, no pudo evitar sonreír ante sus pensamientos, siempre metidos en la química, todo era química para Tom.

Encendió la radio de su vehículo dejando sonar a un volumen bajo las mejores canciones de su artista favorito Samy Deluxe, también le gustaban una que otra canción de Green Day, aun que jamás lo admitiría enfrente de nadie, estaba llegando a la mitad del puente cuando tuvo que disminuir todavía más la velocidad debido a la cantidad de autos y el embotellamiento, manejando lentamente observo hacia su izquierda, al carril contrario con autos que seguían la dirección contraria a la suya, estaba más despejada, y al contrario del carril derecho, el izquierdo en la sección peatonal estaba vacío. Tom desearía que su propio carril estuviera así de despejado. 

Cuando quiso volver su atención a su propio carril, una cabellera llamo su atención, era una persona apoyada contra el barandal, su largo pelo se hondeaba a favor del suave viento ascendente del mar, se levantaba en hondas delicadas y suavemente volvia a su lugar sobre esa espalda tan estética cubierta precariamente por una camiseta negra aprieta, para luego volver a realizar el mismo movimiento, una y otra vez, danzando frente a sus ojos, hipnotizándolo, entre los negros cabellos, totalmente hermosos como la noche, resaltaban ligeros mechones blancos, como las estrellas en el firmamento, tan hermoso como un anochecer desértico, de esos que solo había visto en televisión. Donde las luces de la ciudad no alcanzaban a opacar el brillo de las estrellas.

Simplemente por que en las arenas del desierto no habían luces artificiales que ocultasen el brillo de las estrellas, todo era una negrura hasta donde alcanzaba la vista, y las estrellas tan hermosas, decorando con suma perfección el universo infinito.

Cada vez iba acercándose más hasta donde estaba esa persona, separado solamente por el carril izquierdo, casi vacío de autos, una de sus delicadas manos, que parecía echa de porcelana, con las uñas estilizadas pulcramente, llevo un par de mechones tras la oreja, Tom observo atentamente a esa persona, había algo que no cuadraba en todo, aun que en un principio al verla desde lejos creyó que era una joven, ahora estaba totalmente seguro de que era un chico, era fácil confundirlo, con tanta belleza etérea, era imposible no confundirlo, parecía ser la perfección en persona, su cuerpo esbelto y perfecto, delicado a la vista, su ropa ajustada a su anatomía, no tenia pechos, eso significaba que si era un chico, muy delgado, esos pantalones azul oscuro marcaban sus piernas, sujetos a la baja cadera con un cinturón negro, dejando ver una franja de la ropa interior sobresalir, y esa camiseta que delineaba perfectamente cada curva masculina de ese joven hermoso.

Pero no era ninguno de esos detalles lo que no cuadraba, era algo más.

Era esa extraña actitud, sus hombros caídos, como si cargara un enorme peso de sobre sus hombros, la mirada desolada que tenia era desgarradora, miraba para ambos lados de rato en rato y luego se olvidaba de todo, como si no existiera la felicidad en el mundo, no lograba verlo bien desde ese ángulo pero podría jurar que sus ojos traían una mirada triste encima, su cabeza estaba gacha, mirando hacia el vacío, hacia el infinito mar, muchos metros más abajo. Un bocinazo lo hizo saltar del asiento, molesto se volteo para ver un Toyota azul y a su dueño, tocando la bocina como un cavernícola, noto que había disminuido tanto la velocidad, que había un trecho de un par de metros entre su Audi y el auto de adelante, aceleró para no provocar más estancamientos en la carretera, pero volvió a mirar a ese chico, ahora el estaba ligeramente más atrás que su auto, así que tuvo que voltear ligeramente la cabeza para poder observarlo un poco más.
El joven apoyaba sus manos al barandal rojo del puente, era la típica postura que alguien adoptaba antes de impulsarse hacia arriba, para subir a lugares superiores a la altura de la cintura, se iba a impulsar y entonces… 

El corazón de Tom se desboco en unos segundos cuando la realidad lo golpeo bruscamente.

— ¡Va a saltar! —Dijo en voz alta, sorprendido por el tono aterrado de su voz— ¡Por Dios, va a saltar!
Tom sabia de alguna manera lo que ese joven estaba pensando, cuando escapo de casa, soporto una desgracia tras otra, un infierno agobiante, tratando de sobrevivir por su cuenta, ¿Cuántas veces pensó que matarse seria el camino mas fácil? Muchas, pero aun así nunca se atrevió a hacerlo, siempre lucho para salir adelante, pero a veces esos sentimientos de dolor y soledad eran demasiado fuertes como para sopórtalo. En ese entonces la idea de suicidarse rondo por su mente mas de una vez, sin embargó se negaba a sí mismo la idea de rendirse, su padre que estaba fallecido, jamás se rindió ante nada, siempre continuo adelante, y aun que la vida se lo hubiera arrebatado prematuramente, cuando aún era un niño, el seguiría su ejemplo, y basado en sus sentimientos de auto superación logro estabilizarse, ahora tenía una vida más estable y podía pensar con seguridad, que si hubiera seguido sus instintos de terminar con su vida, se abría arrepentido después de hacerlo. ¡No podía permitir que alguien cometiera un error tan estúpido!

Freno el Audi sin importarle los coches de atrás.

Escucho el horrible chirrido de las llantas del auto que estaba tras él para evitar la colision, como no iban a mucha velocidad debido al embotellamiento el toyota no choco su Audi pero poco le hubiera importado, estaba pensando solo en una cosa en ese momento y era hacer algo para ayudar a ese chico, se bajo rápidamente del coche sin molestarse siquiera en cerrar la puerta, volvió a escuchar los bocinazos del conductor del Toyota, era un sujeto con el cabello castaño lacio y largo hasta los hombros, el sujeto se bajo inmediatamente del coche frunciendo el ceño.

— ¡Hey! ¡¿Qué te pasa imbécil?! —fue en vano pues Tom ya corría lo mas rápido que se lo permitían sus piernas hacia el otro carril, cruzo la calle sin mirar siquiera si algún auto estaba cerca, no pensó en su seguridad solo corrió, al acercarse a la barandal del puente, donde el chico ya estaba sentado con los pies balanceándose sobre el vació, sintió terror, ni siquiera lo conocía, no sabía quién era, un total desconocido, pero aun así estaba tan asustado, no quería ver morir a nadie, si el joven saltaba, su corazón iba a destrozarse, ¡Tenia que hacer algo! ¡Rápido!

El joven sin percatarse de la presencia de Tom a unos metros detrás suyo se balanceo peligrosamente en el borde, Tom estaba horrorizado, tenía la impresión de que en cualquier momento el chico se lanzaría al vacío y moriría, si no moría durante la caída, moriría al estrellarse con el mar, o ahogado finalmente, pero para su sorpresa, el joven no se aventó al vacío, giro suavemente sobre su eje bajando sus delgadas piernas hasta pararse del otro lado del barandal, dándole la espalda al mar.

Tom observo por primera vez su rostro, era tan terriblemente hermoso que se quedo sin respiración, su cara era perfecta, todo, cada detalle, su nariz, su boca delicada y pequeña, brillaba claramente debido al labial transparente que traía puesto, sus hermosos ojos castaños que refulgieron con tal belleza cuando el sol golpeo en ellos, casi volviéndolos dorados, sus largas pestañas con un ligero toque de rimel en ellas, y la sombra que los bordeaba, el maquillaje totalmente negro, Ahora el miraba de frente a la carretera, agarrándose con sus delgadas manos de ese soporte de metal.

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Tom no lograba entender como una criatura tan hermosa quería terminar con su vida.

Quería correr y agarrarlo a como dé lugar, antes de que diera fin a algo tan hermoso como lo es vivir, pero tenía tanto miedo, cualquier movimiento brusco podría asustarlo y hacer que se suelte, respiro tratando de calmar su cuerpo tembloroso, y su frenético corazón, acercándose lentamente llamo con voz calmada:

—Hey… —el joven conecto sus hermosos ojos con los de Tom, este sintio que volvia a perder el aliento, tuvo que esforzarse para continuar— no hagas eso —le pidio Tom estirando lentamente las manos, se sentía patético, pero no sabía qué mas hacer, ni que decir, y su estomago estaba tan encogido del miedo, de comprender que el joven podía quitar el agarre de sus manos en cualquier momento y  solo caer y morir, era horrible— vamos… Podemos hablar.

El hermoso chico no contesto, miraba ausentemente a Tom como si este no estuviese realmente allí, parado frente a él, tratando de alcanzarlo, el joven lentamente volteó la cabeza, observando el mar tras de sí mismo por encima de su hombro, el sonido de las olas llegaba con claridad hasta ellos, pero lejos de calmar a Tom lo hacía ponerse mas frenético.

—Espera —pidió Tom casi como un lamento, estaba desesperado por llamar la atención del chico— espera por favor, iré hacia ti.

—No lo intentes —advirtió el joven hablando por primera vez, Tom se quedo mas impresionado con él si era posible, su voz era tan hermosa, tan suave, melódica, pero teñida de una tristeza que le rompía el alma, las rastas de Tom, que ahora estaban sujetas en una gorra, se mecieron al mismo compás que el sedoso pelo del chico, movidos por el suave viento que jugaba con sus pelos llevándolos de untado a otro— a nadie le importa lo que yo haga.

—A mi si —aseguro Tom rápidamente, y era verdad, le importaba mucho aquel muchacho al borde del puente, a punto de terminar con su vida, quería saber el por qué de ello, quería saberlo todo, su nombre, su edad, su comida favorita, quería conocerlo, acercarse a él, salvar su vida y enseñarle lo que él había aprendido con sus propias experiencias: la vida puede mejorar si uno se brinda nuevas oportunidades, Tom tenía el poder de darle a ese chico una nueva oportunidad.

—Por favor, vete —pidió el joven con un murmullo que rozaba lo inaudible.

—Deje mi auto abierto y estacionado en medio de la carretera —señalo Tom sin quitar ni un segundo la vista de él, tenia que distraerlo, tenia que desenfocarlo del océano y de la idea de saltar— no me importó causar un accidente, o cortar la circulación vehicular, lo hice para venir y hablar contigo, por favor dame una oportunidad de hablar.

Con el pulso terriblemente acelerado, Tom se atrevió a dar dos pasos dubitativos, el pelinegro tenía su vista clavada en su coche seguramente, pues miraba algo atrás suyo, siguió acercándose lentamente sin percibir ningún cambio, no supo que lo impulso a hacer lo que hizo entonces, quizá lo más sensato hubiera sido sujetar de sorpresa a joven y jalarlo hacia el puente, para quitarlo del peligro inmediatamente, pero no lo hizo.

Tom se aventó hacia arriba pasando al otro lado fácilmente, quedando en las mismas condiciones que el chico, se sujeto con fuerza del barandal y se acerco al pelinegro con cuidado, al no notar ninguna reacción en este, se aventuro a soltar su mano derecha y pasarla por su espalda hasta llegar al otro lado de su cuerpo, volviéndose a aferrar, cuando estuvo sujeto fuertemente con las dos manos paso su pie derecho al otro costado del joven  dejándolo así en un hermético abrazo entre su cuerpo el barandal del puente.

Su pecho entro en contacto con la espalda del chico, su pelo quedo a la altura de su nariz, olía a frutas, sobre todo a fresa, quiso suspirar pero se contuvo, sentía contra sí mismo el calor del otro cuerpo, tan cerca, lo sintió temblar claramente, y la necesidad de protegerlo aumento en enormes cantidades.
¿Podré convencerlo de no saltar? Se pregunto Tom en ese momento.

Aun que el cuerpo que tenia frente a él era más pequeño y delgado, sin musculatura corporal, Tom sabía que si el chico se impulsaba hacia atrás y se le iba encima, los dos acabarían precipitándose hacia el mar. Sin embargo eso no le impidió estar donde estaba, y tampoco se arrepentía de lo que estaba haciendo, con los brazos y piernas extendidos a los costados del chico, Tom se dijo a si mismo que solo se levantaría de ese lugar cuando el pelinegro decidiera vivir.

— ¿Qué demonios estás haciendo? —Preguntó la suave voz del chico— estás loco…

—No podía quedarme ahí viéndote morir —explicó Tom, el pelo del chico le hacía cosquillas en la nariz pero lo ignoró— ¿Cómo te llamas?

— ¡Déjame saltar! —Exigió el chico a gritos, Tom podía ver sus lagrimas— maldita sea ya tomé esta decisión… ¡Quiero morir!

—Por favor cálmate —trató de tranquilizarlo Tom sin soltar su agarre— todo va a salir bien —le susurro suavemente.

El chico solo inclino mas la cabeza negando en silencio, Tom sabía lo que estaba pensando, el chico seguramente creía que nada iba a salir bien, pero él lo convencería de lo contrario cueste lo que cueste.
— ¿Me dirás tu nombre? —volvio a pedir Tom, tras unos minutos de silencio el chico contesto.

—Soy Bill… —fue la suave respuesta.

—Yo soy Tom, y aun que no sean las circunstancias adecuadas, es un placer conocerte Bill.

El silencio se hizo otra vez, pero algo paso, Bill pareció apoyarse contra su pecho, su espalda descanso en todo su tórax, Tom fue capaz de sentir totalmente el calor que irradiaba del cuerpo de Bill, y también sintió su temblor con mucha más claridad, pero lo que importaba, era que Bill estaba buscando cobijo en Tom.
Genial, estoy ganando tiempo pensó Tom pero si no consigo convencerlo pronto, los dos acabaremos muertos.



Georg Listing estaba teniendo un mal día, en la mañana recibió un mensaje de su ahora ex novia, informándole de una manera rotunda que todo entre ellos había terminado, sin explicaciones ni nada mas, la verdad era que las cosas entre ellos ya iban mal desde hace algún tiempo, incluso llego a creer que ella lo engañaba con otro hombre, a sus veintidós años su vida era un desastre en lo que al amor se refería, particularmente desde que recibió ese mensaje de texto, estaba de un humor muy malo, después de pensarlo toda la mañana, decidió ir a buscarla para ver si entre ellos dos se daba una ultima oportunidad de seguir adelante con su relación, cogió las llaves de su Toyota y se dispuso a ir a buscarla, sin importar que ella viviese al otro lado de la ciudad.

No quería echar tres años de su vida a la basura, ellos estaban por cumplir cuatro años juntos, quizás aun podría haber algo entre ellos.

Pero la mala suerte estaba de su lado aquel día, una de las llantas de su vehiculo estallo al pasar por un pedazo de vidrio, tuvo que llamar una remolcadora para ser transportado al centro mecánico mas cercano, después de solucionar ese desperfecto siguió su camino, sin embargo se le hizo tarde, ya eran las tres de la tarde cuando regreso a la carretera, condujo hacia su destino un par de horas, después de avanzar un buen tramo, maldijo nuevamente su mala suerte.

El trafico a ese lado del carril estaba pesado, lo que auguraba un largo y tedioso viaje soportando el mal clima que se avecinaba, ya podía ver las tormentosas nubes acercándose en el cielo, seguramente pronto comenzaría a llover, al llegar al Golden Gate, todo empeoró, el trafico estaba mas concurrido en ese lugar, avanzo a paso lento tamborileando el volante con sus dedos, impacientemente.

Delante suyo iba un Audi negro, y Georg comenzaba a creer que el coche era conducido por una anciana, pues avanzaba terriblemente lento, aun teniendo un buen tramo por delante para recorrer seguía avanzando a paso de tortuga, si no aceleraba le ganarían puesto y Georg llegaría mas tarde aún, ¡Tenia prisa! Cansado del conductor o conductora, toco un par de veces la bocina, el coche acelero unos instantes, Georg menos molesto ahora, avanzo confiado tras el coche negro.

Cuando el Audi freno de golpe Georg tuvo que hacer lo mismo para evitar una colisión, freno bruscamente pisando el freno a fondo, sus llantas chirriaron y a duras pernas pudo detenerse a centímetros del Audi, ¡casi lo había chocado por detrás! ¡¿Cómo se le ocurría frenar de golpe al imbécil?! Si es sujeto estaba bien Georg iba a sacarle un poco la mierda, los autos de adelante seguían su camino tranquilamente y el Audi no se movía, totalmente cansado de todo eso golpeo con fuerza el volante provocando un estruendo con la bocina de su coche.

Maldito imbécil pensó, la puerta el Audi se abrió de golpe.

Un chico con pinta de rapero salio rápidamente del auto, llevaba sus rastas atadas en una gorra, y ropas excesivamente anchas, salio de su auto dispuesto a partirle la cara por imprudente.

— ¡Hey! ¿Qué te pasa imbécil? —le grito molesto al chico pero este no detuvo su carrera hacia el otro lado del puente ¿Ese chico estaba loco? ¿Cómo podía dejar su auto tirado en medio del jodido Goleen Gate? ¡Joder era un puente! ¡Había mucha circulación de autos por ahi— ¿Pero que demonios? ¡Hey quita tu maldito auto del camino! —vociferó.

El joven no lo escucho, Georg vio como se detenía a unos pocos metros de otro chico, que esta sentado al borde del puente, Georg abrió sus ojos como platos y soltó un jadeo nervioso, no pudo evitar sentir un escalofrío por toda su columna vertebral ¿Pero que mierda? Que imprudente, si se sienta ahí podría caer pensó, quizás el chico del Audi conocía al otro y por eso se había detenido tan bruscamente en medio de la carretera.

Estuvo tentado a meterse a su coche, bordear el Audi y seguir su camino por el otro tramo de carretera que quedaba libre al lado del auto negro, habían un par de autos tras de su Toyota azul, tocaban las bocina molestos, algunos gritaban palabrotas, la mayoría pensó igual que el, y bordeo los coches estacionados alejándose por el campo restante.

El joven sentado en el puente descendió hasta quedar de pie al otro lado de la baranda, y entonces Georg se dio cuenta de la horrible verdad, ¡El chico quería saltar!, una adrenalina corrió por su cuerpo, incitándole a hacer algo ¡Una vida estaba en peligro! Maldición, maldición pensó rápidamente, pero antes de que pudiera hacer algo, el chico de rastas, que hasta hace unos momentos hablaba con el pelinegro, se paso rápidamente al otro lado del puente.

¿Qué hace? ¿Acaso piensa suicidarse el también? Pensó alarmado Genial una cadena de suicidios, ¿Ahora que mierda hago? Aun sin saber que hacer se impulso hacia delante dejando olvidado su Toyota, avanzó por la avenida contraria acercándose a ambos chicos, se detuvo bruscamente al ver al joven rapero arrimarse detrás del pelinegro, sosteniéndolo con su propio cuerpo para evitar que el moreno cayese al mar.
Una oleada de admiración lo invadió cuando se dio cuenta de que el sujeto estaba tratando de evitar que el otro saltase, a pesar de que haciendo eso podría perder su propia vida, increíble pensó, sabiendo que quizás el no hubiera sido capaz de hacer algo así por alguien, no era tan valiente, había gente buena en el mundo después de todo.

Tengo que hacer algo se repetía una y otra vez, se acerco a ambos jóvenes a una distancia prudente, ¿Cómo podía la gente ver algo así y no tratar de ayudar? En ese momento todos sus problemas desaparecieron de su mente, su novia, sus problemas económico, su coche, sus deudas, solo podía pensar en como salvar una o dos vidas, sin importar el por que, pues si el estuviera en una situación en la que estaba el pelinegro, desearía que alguien se interesara por el, que quisiera saber por que estaba tratando de quitarse la vida, siempre había sido bueno en ponerse en el lugar de las demás personas, y eso lo empujó a querer ayudar.

— ¿Están bien? —pregunto acercándose, era lo único que se lo ocurrió para distraer al moreno, ambos lo miraron, el de rastas con agradecimiento y el otro joven exhalando tristeza por todos lados su mirada le decía a Georg “ya me rendí en esta vida”, eso le partió el alma, un chico tan joven, aun parecía asistir a secundaria— por favor mantén la calma —le pidió al joven pelinegro— ya veras que nada puede ser tan malo como para querer terminar así.

—No hay solución —dijo el pelinegro la voz apagada— solo váyanse —suplicó desgarradoramente.
—Claro que hay solución —trato de animarlo Georg— siempre hay alguna salida por mas que no veas una alternativa a tus problemas, créeme.

 —Déjame solo, no quiero hablar con nadie ¿Es tan difícil de entender? —gimió herido el joven, Georg sintió que sus ojos ardían.

— ¿Qué sucedió?  Mejor tratemos de hablar de ello, podríamos ayudarte a encontrar una solución ¿Te parece?

— ¡Solo quiero saltar! —Alzo la voz el muchacho, impotente y furioso, se volteo para observar directamente al rostro de Tom con una mirada de dolor tan perdida y desesperada, el chico estaba teniendo una crisis nerviosa— ¡Déjame saltar! —le suplicó con la voz rota.

—No lo haré —contesto Tom desafiante, con firmeza— si saltas caeré contigo, pero no te voy a dejar caer Bill, sí mueres hoy yo moriré contigo.

El moreno por primera vez comenzó a empujar hacia atrás, Georg sintió la primera oleada de terror al notar eso, Tom hacia mucho esfuerzo para mantenerlo quieto, se acerco sin dudarlo y sujeto la muñeca de Bill, su mano, que llevaba las uñas pintadas, siguió aferrada al barandal, Georg presiono tratando de no hacerle daño, mas que todo era un gesto de apoyo para el joven, si intentaba jalarlo hacia el puente corría el riesgo de dejar caer al otro sujeto, al que estaba detrás.

—No hagas eso, por favor —pidió Georg desesperado— de verdad podemos hablarlo, quizás tomar unas cervezas, estoy seguro de que encontraremos juntos una solución.

—Escúchalo Bill —pidió Tom sujetándose con todas sus fuerzas del barandal— déjanos ayudarte.
— ¡Yo no le importo a nadie! —replicó el moreno soltando ligeramente la presión que ejercía hacia atrás, volvió a mirar a Tom dejando que sus rostros estuvieran separados por un par de centímetros— por favor quítate, no quiero hacerte daño, solo deseo morir.

Tom se pregunto cuanto tiempo mas podría resistir, los brazos comenzaban a temblarle por el esfuerzo y su pierna izquierda estaba adormecida, pero nada de eso le impediría seguir ahí aferrando a Bill contra su cuerpo y la baranda del Golden Gate.




 

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